MOVE IT

Move It: Imperativo que comanda el tiempo moderno, caracterizado por el ajetreo de una humanidad apresurada donde la experiencia parece no tener fin ni finalidad.

Waisman hace de su mirada un lente que nos acerca la fragilidad de lo instantáneo en paisajes cuyas desfiguradas figuras parecen carecer de estabilidad y permanencia, creando un universo perturbador donde los
“ahora” son muchos.




Cada una de sus fotografías encierran objetos desconocidos que surgen y capturan nuestros ojos haciendo que la cuestión de su existencia real resulte secundaria.

Lo que se presenta es una trama que supera las limitaciones de la apariencia y nos sumerge frente a lo que aparece y a las condiciones de su aparición.
Estamos allí sujetos a un movimiento que moviliza y nos incita a descubrir el ojo que detrás de su cámara sigue el trayecto de su objeto para descompletarlo, fragmentarlo, plegarlo y desplegarlo.

Por eso, la aparición es siempre de la diversidad. Cada punto del espacio es un aquí posible que se nos presenta en una forma desplegada del tiempo pero no como sucesión sino como coexistencia y simultaneidad.

Su fotografía emancipada de las ataduras de la imagen quieta logra encontrarse con el lenguaje de la pintura en una eterna danza de pasajes y contrastes que tejen movimientos sin jerarquías. Move It es una experiencia que propone al arte como un tiempo de detención posible

Waisman nos convoca a una nueva forma de receptividad que ya no es la mirada pasiva ante la imagen concreta sino una invitación a aceptar la incertidumbre donde pueda originarse la pregunta: ¿Seré capaz de detenerme?

Lucien Freud nos pone sobre aviso cuando dice: “Todo trabajo es autobiográfico, y todo es un retrato.”
Es entonces cuando toda esa bruma que nos toca, se disipa y sus fotos denuncian que debajo hay una asombrosa arquitectura: la de su mirada

Muxikatar